Este texto que están leyendo, que pretende sumar una piedrita más al no tan documentado tema de la literatura salvadoreña, surgió debido a un comentario que escribí en la nota titulada Yo soy la memoria y la colonización aséptica de Hugo Lindo. El comentario era sobre la fotografía en la que Lindo aparece junto al general Francisco Franco, de España, célebre dictador del siglo pasado. El primer comentario que recibió ese artículo fue de Astrid Lindo, la penúltima hija del autor.
En su comentario, Astrid nos agradecía por hablar de la obra de su papá y enfatizar la necesidad de reeditarla, pero aclaraba que la fotografía respondía a que Hugo fue embajador de El Salvador en España, en la época del franquismo, y que eso no significaba que compartiera sus ideas.
A raíz de eso, le propuse una entrevista para conversar sobre esta y otras cuestiones de la vida de Hugo Lindo. Ella aceptó.
Lo que hoy publico es el resultado de esta conversación que, a pesar de no tratarse únicamente sobre literatura (la razón de ser de Grafomaniacos), arroja luces valiosas sobre la vida del escritor y sobre sus inclinaciones políticas y religiosas. Materia prima de la literatura misma.
Ricardo Corea: Todo esto comenzó por ese comentario que hice sobre la foto de don Hugo Lindo con Franco ja, ja, ja.
Astrid Lindo: Cabal, ja, ja, ja.
Ricardo Corea: No era con ánimos de incomodar, pero esa foto circuló mucho en Twitter.
Astrid Lindo: Yo no lo había visto. Lo que pasa es que alguna gente ve la foto y deja de leer lo que viene.
Ricardo Corea: Yo no había pensado en ese punto hasta que usted lo señaló.
Astrid Lindo: Digo, el artículo en general está muy bien, muy equilibrado. Pero si empieza con la foto de él con Franco como que no… Ja, ja, ja.
Ricardo Corea: En Grafomaniacos el tema que nos interesa es el literario, pero ya que surgió ese tema político, me gustaría empezar preguntando esto: ¿Cómo se definía políticamente su papá?
Astrid Lindo: Pues, mire, yo sé que en sus tiempos de estudiante universitario estuvo metido en la AGEUS. En tiempos del Martinato estuvo en el exilio… Pero claro, dentro de todo, la gente que se oponía a Martínez era liberal. Tampoco era lo que en estos momentos llamaríamos la izquierda, para nada. Pero siento que el pensamiento, tal vez conservador de esa época, no era tan radical como en esta época. San Salvador era como más provinciano en esa época. Ahora sí, él era de derecha, pero nada que ver con estas concepciones de derecha, pues.
Ricardo Corea: Creo que esas son las cosas que matizan el tema político.
Astrid Lindo: Y, además, como le decía en el comentario, él se relacionó con gente de todo tipo, de todos colores y sabores, pues.
Ricardo Corea: Su labor diplomática fue muy extensa.
Astrid Lindo: Sí, bueno, como diplomático estuvo en Chile, que fue su primera misión. En Colombia y en España. Cuando estaba en España estuvo también en Egipto, me recuerdo. Pero habrá ido un par de veces a Egipto, mientras estábamos ahí. Tampoco ahí había tanto trabajo diplomático. Además que en ese tiempo tampoco daba la cobija para que hubiera estado viajando a cada rato.
Con respecto a lo que usted dice, mire, él fue el único de su generación, de su familia, que estuvo involucrado directamente en la vida pública, en el tema político. Su hermano menor, Herbert, fue el primer mártir de la UES. Él participó en levantamientos contra Martínez y lo mataron. Herbert Lindo. De ahí surge el poema Ha muerto un niño, pues es un cipote que se muere a los 17 años. Primer año de Medicina.
Ricardo Corea: Justo hablando de la familia. No sé si me equivoco, pero Juan Lindo también viene de esa línea de familia.
Astrid Lindo: Hay parentesco que todavía no se termina de dilucidar. Pero sí, la familia Lindo, en general, viene de familia judía sefardita, las que fueron expulsadas de España…
Ricardo Corea: ¿Jesurum?
Astrid Lindo: Sí, Jesurum. Pero son las familias judías que vienen expulsadas de España y van para Holanda. Y de ahí vienen para las colonias holandesas en América. Primordialmente Saint Thomas y Curacao. De ahí empiezan a expandirse a Centroamérica. Mi abuelo Óscar, por ejemplo, nace en Panamá, cuando todavía era parte de Colombia. Su pasaporte era colombiano. Él se vino al país antes de la construcción del Canal. Él fue colombiano. Y bueno, ya aquí había unos parientes suyos… Yo no tengo tan claro el tema, pero acá vivía su hermano Allan y tengo entendido que sus padres, en algún momento, también. Como los judíos errantes, que se andan ubicando y todo eso. Mi abuelo era de apellido Lindo Maduro. Y por el lado Maduro, él también tenía parientes aquí. Tengo entendido que por eso vino. Doña Miriam Maduro, prima hermana de mi abuelo, es la bisabuela de la familia De Sola.
En ese sentido, yo recuerdo en algún momento haber oído que los De Sola se lo quisieron jalar como abogado de ellos.
Ricardo Corea: ¿A su papá?
Astrid Lindo: Sí. Era un poco como la mentalidad de la época, y el poco sentido comercial de mi padre, y probablemente también sus intereses, pero los De Sola le ofrecían el gran montón de trabajo, pero por la mitad de los aranceles que se pagaban…
Ricardo Corea: ¿Mafia? Ja, ja, ja.
Astrid Lindo: No, no necesariamente mafia. Era porque le aseguraban un gran montón de trabajo. Es decir, es como comprar las cosas por docena.
Entonces él no aceptó. Y la verdad es que hubo momentos económicamente bien difíciles en la familia, pues. Es decir, un poco la diplomacia salvadoreña… ni siquiera ahora creo que sea así, como que bien pagada. Sobre todo considerando los gastos de representación que tienen que hacer allá, pues. Tampoco se pueden vestir con jeans y camisetas, no pueden andar en un escarabajo o en el bus. Entonces, en ese sentido, para las exigencias a ese nivel, los salarios siempre fueron bajos.
Ricardo Corea: Además ustedes eran siete hijos…
Astrid Lindo: Siete hijos. Cuando se fue para Chile se fue con cinco y regresó con seis. Ya iba yo en la cuenta cuando regresamos.
Ricardo Corea: ¿Usted es la penúltima?
Astrid Lindo: Yo soy la penúltima. Y aquí nació Óscar. En ese sentido, él tuvo el chance de hacer plata y hacer una vida menos interesante.
Ricardo Corea: Pero claro, era artista.
Astrid Lindo: No era su onda, ja, ja, ja. Como le digo, hay que matizar el tema de su pensamiento.
Ricardo Corea: Al final, también se puede decir que sí, su pensamiento era de derecha o lo que fuera, pero ahí está su obra poética, su novela sobre la que escribí, y hay un montón de ideas que no son del estereotipo que yo tengo en mi mente de una persona de derecha. Pero ni por cerca. En Yo soy la memoria hay muchas ideas que se podrían considerar de izquierda….
Astrid Lindo: En la época de la guerra, no sé si usted sabe, pero él fue fundador de la Matías [Universidad Dr. José Matías Delgado].
Ricardo Corea: Sí, conozco el dato.
Astrid Lindo: Vaya, en ese tiempo la Matías era bastante más radical de lo que puede ser ahora. Conservadora. Hasta querían que los estudiantes fueran de saco y corbata y no sé qué cosas más. Y vaya, él fue de los fundadores de esa universidad, pero, por ejemplo, en tiempos de la guerra, Ítalo López Vallecillos estuvo escondido en su casa, cuando estaba siendo perseguido.
Ricardo Corea: Ese dato no lo sabía.
Astrid Lindo: Bueno, yo se lo cuento, ja, ja, ja. Cuando estaban siguiendo a Ítalo, antes de que se fuera para Costa Rica, tenía que pasar una noche en cada casa hasta que salió. Se quedó en la casa. Ítalo y mi papá jamás dejaron de ser amigos por cuestiones políticas ni mucho menos. En ese sentido, como le digo, hay matices.
Otra cosa interesante: Yo estudiaba en la UCA. Yo ya estaba en cuarto año cuando se fundó la Matías, ya iba avanzada en la carrera, no era ni cuestionable el cambiarme. Pero mi papá tenía sus resistencias con la UCA. Mi mentor en la UCA fue Ignacio Martín Baró. De repente hicieron clic, se hicieron amigos. Fue una cosa divertida. Bueno, gracias a Nacho fue que la UCA le publicó Yo soy la memoria. Fue una publicación de la UCA justo en la época de la guerra.
Ricardo Corea: Entonces la publicación de Yo soy la memoria en UCA Editores fue por esa amistad que logró entablar con Martín Baró…
Astrid Lindo: Sí, sí.
Ricardo Corea: Con el tema de derechos de autor. ¿Ustedes los tienen o hay alguien más? ¿Podrían reeditar su obra cuando quieran?
Astrid Lindo: Sí, esos papeles ya están arreglados. Costó bastante, porque lo hicimos una vez que se murió mi mamá, porque ella era la que tenía los derechos. Y ya mi mamá va a tener cuatro años de haberse muerto… Y fueron como dos años…
Ricardo Corea: ¿De pleitos?
Astrid Lindo: No de pleitos, de burocracia.
Ricardo Corea: Saliéndome un poco del tema, ¿en el caso de la obra de su hermano?
Astrid Lindo: ¿De Ricardo?
Ricardo Corea: Sí.
Astrid Lindo: Ricardo dejó como heredero universal a Érick Vilanova. Él es el que tiene su obra.
Ricardo Corea: Ah, ok. Y como familia, ¿nunca han pensado en reeditar el trabajo de su papá?
Astrid Lindo: La verdad es que no hemos sido muy proactivos en ese sentido, sino que más bien que si la DPI nos pide… Bueno, hace unos años, cuando cumplió… ¿Cuántos años de muertos? Tuvo que haber sido en el 2005… Creo que fue cuando cumplió los 25 años de fallecido que publicaron unas obras selectas, la DPI, en conmemoración. Y también normalmente lo que piden para los escolares y esas cosas. Pero nada más. Nosotros no hemos estado promoviendo la publicación y todo esto.
Ricardo Corea: Me llama la atención que ¡Justicia, señor gobernador! se encuentra en todos lados.
Astrid Lindo: Porque es la que piden en las escuelas y colegios. Por eso es: es lectura obligatoria.
Ricardo Corea: ¡Aaah!, por eso es. Es que a mí nunca me obligaron a leerla.
Astrid Lindo: Es lectura obligatoria en bachillerato.
Ricardo Corea: Me llamaba la atención, porque, para mí, no es una lectura fácil. Es una buena novela, pero no es fácil. Y me llama la atención que sea tan popular a pesar de lo difícil, y Yo soy la memoria no es tan conocida.
Astrid Lindo: Lo que pasa es que yo creo que todo este tema de las lecturas obligatorias, me da la impresión que se quedó precisamente en la Reforma de Béneke.
Ricardo Corea: ¿Béneke fue ministro antes que su papá?
Astrid Lindo: ¿De Educación?
Ricardo Corea: Sí.
Astrid Lindo: Después. Mi papá fue ministro de Educación pocos meses, después de que regresamos de Colombia. Tiene que haber sido a principios de los sesenta. Fueron meses.
Ricardo Corea: Y la Reforma de Béneke fue por 1971 o 1972 [después corroboré el dato: La Reforma de Béneke se realizó en 1968]. ¿Siente usted que desde entonces no se cambian las lecturas?
Astrid Lindo: Por lo menos esa, yo me acuerdo que la más recomendada… Claro que los profesores tenían cierta flexibilidad, y supongo que la tienen ahora, pero, por ejemplo, a mi no me dejaron esa. Creo que la que me dejaron fue Aquí se cuentan cuentos o una cosa así.
Ricardo Corea: O sea que a usted le tocó leer a su papá.
Astrid Lindo: Claro, claro.
Ricardo Corea: Era un esfuerzo muy interesante de Béneke por promover la literatura salvadoreña, pero creo que sí es de irse actualizando.
Astrid Lindo: Digo, me da esa impresión… Igual, no, pues. No tengo mucho contacto con cipotes que estén en bachillerato en este momento. Pero sí me da esa impresión, porque cada cierto tiempo, cuando se agota la edición, ya nos piden una reedición de Justicia…
Ricardo Corea: Y también está publicada en DPI la Poesía completa.
Astrid Lindo: Exacto. Esa es la que digo que no sé si fue a los 25 años o a las 30…
Ricardo Corea: Hace poco conversé con Róger Lindo y él me decía que toda su vida le habían preguntado si era familia de ustedes, ja, ja, ja.
Astrid Lindo: ¡Ah!, sí, exactamente, ja, ja, ja. Lo mismo que con el parentesco de Juan Lindo. O sea, sí hay parentesco, pero la raíz a saber cuál es.
Ricardo Corea: Porque además fue su bisabuelo quien tomó ese apellido, o firmaba así, según leí.
Astrid Lindo: Firmaba J. Lindo. Incluso creo que mi hermano Ricardo menciona, en algún momento, que mi mismo abuelo firmaba Óscar J. Lindo. El Jesurum lo dejaron en J y luego se fue quedando.
Ricardo Corea: Y esa es otra cosa que me parece bien interesante de su papá, y es que siento que siempre reivindicó, o siempre estuvo orgulloso, de sus raíces judías. Que en algún momento en este país significaba rechazo.
Astrid Lindo: Precisamente, hace poco en una reunión unas compañeras de colegio, una nos decía: “Bueno, y ustedes cuando eran chiquitas y se portaban mal, ¿no les decían que parecían judías?”. Ja, ja, ja. Y le digo: “Pues fijate que en mi caso no, porque mi abuelo era judío, ja, ja, ja, y nadie consideraba que mi abuelo hubiera sido una mala persona, ja, ja, ja”.
Ricardo Corea: ¿Tan así estaba arraigada la connotación negativa de ser judío?
Astrid Lindo: Pues sí, porque los judíos eran los que habían vendido a Cristo… Por todo ese tema católico, religioso. Pero nosotros siempre crecimos con ese orgullo de esas raíces judías. Mi abuelo Óscar fue desheredado cuando se casó con mi abuela católica. Aunque yo sé que de viejos, de la poca memoria que yo tengo de mi abuelo, él tenía bastante relación con su familia. Pero sí, el trago de haberse casado con una católica fue bastante amargo.
Ricardo Corea: Me imagino que también para su abuela.
Astrid Lindo: También para ella. Es más, creo que él se tuvo que convertir al catolicismo para casarse con ella. Supongo que tuvo que hacer todo eso. Y que decía mi papá que cuando mi abuelo se estaba muriendo, creo, que cuando se estaba muriendo, decían que había tenido una visión de La Virgen… ja, ja, ja. Una cosa que… Así como, BUENO… ja, ja, ja. Lo que pasa es que yo creo que mi abuelo nunca fue tan practicante ni como judío ni como católico, honestamente. No era algo que tenía tan arraigado. Sin embargo, entre sus ancestros, de los primeros que llegaron a Panamá, hay varios rabinos.
Ricardo Corea: O sea que también tienen familia que sí estaba muy metida en la parte religiosa.
Astrid Lindo: Creo recordar que la comunidad judía en Panamá… No sé si fue la primera, o de las primeras, sinagogas en América Latina. Y algunos de los rabinos de esa época eran parientes.
Creo que ese libro se lo ha quedado mi hermana Irma, la que vive en España, pero el tema es que en los años setenta, uno de mis hermanos, el tercero, Arturo, por cuestiones de trabajo, le tocó vivir un tiempo en Panamá. Entonces allá entró en contacto con buena parte de la familia panameña. Lo recibieron con mucho cariño y toda la cuestión, y en esa época fue el centenario de la fundación de esa primera sinagoga y de la comunidad. Entonces ellos publicaron un libro en relación con el centenario, en el que salía desde los fundadores de la sinagoga hasta toda su descendencia. Todavía mi papá llegaba a esa descendencia.
Ricardo Corea: ¿Él aparecía en ese libro?
Astrid Lindo: Ajá, sí aparecía.
Ricardo Corea: ¿En ese caso aparecía entonces el Jesurum?
Astrid Lindo: Sí, pero es que ahí hay una cosa rara, porque algunos dicen que el Jesurum era apellido tribal. Pero honestamente yo no sé mucho la diferencia. Porque sí aparecen varios Lindo entre toda esa descendencia. Yo la verdad es que no tengo muy claro el tema de cómo fue el cambio. Lo primero que yo oí decir del tema del apellido es que en tiempos de la guerra, no sé si de la Primera o de la Segunda, Jesurum era tan evidentemente judío, que mejor cambiaron a Lindo.
Eso es lo primero que oí. Pero también oí por otro lado, aunque no tengo certeza de eso: es eso, el tema de que Jesurum era un apellido tribal.
Ricardo Corea: Su papá escribió Poema eucarístico y otros, pero en su narrativa no se aprecia tanto la parte religiosa. ¿Cómo se identificaba en cuanto a religión?
Astrid Lindo: Él había sido bautizado católico, pero lo religioso no era su tema.
Lo fue (católico) en sus años mozos. Cuando era muy joven. Y de ahí, como que una de sus primeras publicaciones fue justamente el Poema eucarístico… En esa época, sí. Él, más bien, en los últimos años de su vida, quizás, la última década o un poco más… Nosotros regresamos de España por ahí por los setenta… Quizás desde esa época hasta su muerte, más bien fue simpatizando mucho con las filosofías y religiones orientales. Desde Chile, o quizás desde antes, él había estado en la orden Rosa Cruz. En todo caso, esas cosas medio esotéricas. Pero ya después aquí agarró la cuestión más espiritual de las filosofías orientales. Se metió con Paramahansa Yogananda, con Sai Baba, ese tipo de cosas.
Ricardo Corea: Pero volviendo a lo literario, ¿cómo fue crecer con una biblioteca como la de su papá?
Astrid Lindo: Bueno, es que como no he tenido la otra experiencia, no sabría decir qué es eso, ja, ja, ja. Es parte de tu cotidianidad.
Ricardo Corea: ¿Cómo era la relación que su papá tenía con su biblioteca? ¿Con los momentos en los que leía o en los que escribía? ¿Había rituales para cada cosa? ¿Prohibiciones del tipo “esto no lo podés tocar”?
Astrid Lindo: De lo que yo tengo más consciencia es de cuando nos fuimos a vivir a La Escalón. Cuando yo nací, mi papá tenía cuarenta años. Yo nací en Santiago de Chile. De Santiago nos fuimos para Bogotá. Cuando yo vine aquí debo haber tenido tres o cuatro años. Y nos vinimos a vivir a Santa Tecla, donde alquilaba una casona enorme, de estas casas viejas de Santa Tecla. Y después que construyeron la casa de la colonia Escalón, que era cuando todavía esa parte eran potreros. Y no lo digo metafóricamente, ja, ja, ja. Eran potreros. Enfrente había una loma y ahí llegaban a pastar las vacas. Entonces es en esa casa que él mandó a construir un galerón. Como los terrenos eran de la Escalón, quien administraba todo eso era don Paco Núñez, que era primo hermano de Salarrué. Era una persona con mucha sensibilidad hacia esas cosas (artísticas). Entonces tuvo como un precio especial con mi papá, ja, ja, ja. Y también creo que le donó una franja de terreno, que es donde hizo su biblioteca, que era largo. Ahí también hizo su cuarto oscuro de fotografía, porque él era muy aficionado a la fotografía. Ese es el recuerdo que yo tengo de esa biblioteca. Nosotros podíamos entrar, supongo que cuando no estaba él, ja, ja, ja. Eso sí no lo tengo tan claro. Pero sí, cuando él estaba en su rollo, así como que todos estuviéramos mudos.
Y con el tema de la escritura, uno de sus rituales era escribir con tintas de diferentes colores. Él escribía con pluma. Pero tenía plumas con una tinta celeste no sé qué, otro con tinta azul, otro con tinta rojo…
Ricardo Corea: Y él sabía por qué cada color, supongo. Eran como sus códigos.
Astrid Lindo: Supongo que sí. Nosotros los manuscritos los donamos a la biblioteca de la Matías.
Ricardo Corea: ¿Y se pueden consultar?
Astrid Lindo: Supongo que sí. Para eso los donamos. Si no, exíjanlo.
Ricardo Corea: Voy a decir que usted me manda, ja, ja, ja. ¿Existía entre ustedes esta cosa de: “Ahorita no estés molestando porque está escribiendo”? ¿O no se enteraban cuando escribía?
Astrid Lindo: Cómo no. Eso estaba muy claro. Ahí mejor desaparecer, ja, ja, ja.
Ricardo Corea: ¿Todo lo escribía a mano entonces? ¿No ocupaba máquina?
Astrid Lindo: Mi mamá era la mecanógrafa, ja, ja, ja.
Ricardo Corea: ¿Usted tiene algún libro favorito de él? ¿O algún poema o cuento?
Astrid Lindo: La verdad es que paso mucho tiempo sin leerlo. Pero, por ejemplo, ese poema de Ha muerto un niño me remonta mucho a esa época.
Digo, yo no estaba viva. Pero sí fue un trauma familiar que traspasó generaciones. Es más, yo aún recuerdo, cuando había muerto mi abuela, ella vivía en nuestra casa cuando murió, cuando enviudó se fue a vivir con nosotros, y sacando papeles viejos y todo, ella armaba unos álbumes de fotos que recortaba, todas las cosas que se publicaban en los diarios y toda la cuestión. Pero era un poco de todo, cuestiones intelectuales, sociales… En esa época la prensa era como el Facebook, verdad, si había una piñata le tomaban la foto y salía en La Prensa Gráfica, o en el Diario de Hoy, o en Diario El Mundo. Entonces ella recortaba y lo iba guardando, y también fotos, en unos álbumes de páginas negras que tenían unas esquineras. Recuerdo que encontramos un álbum que tenía unas páginas como selladas, como para no verlas, le quitamos el sello y ahí estaba la nota donde les avisaban que había desaparecido el tío Herbert.
Ricardo Corea: O sea, no era nota de periódico.
Astrid Lindo: No, no, una nota anónima que decía eso. Y ese cadáver nunca apareció.
Ricardo Corea: Esto sucedió antes de la Huelga de Brazos Caídos del 44, ¿o fue antes?
Astrid Lindo: Ese año, un poco antes de la Huelga. Él tenía como 17 años, era el menor de todos. Habían llegado cinco vivos a la adultez. Y él era el menor.
Ricardo Corea: ¿Su papá era el mayor?
Astrid Lindo: No, el mayor era Óscar. Después le seguía mi papá, después le seguían dos mujeres, una de ellas es la mamá del Pipo Rodríguez, el que fue futbolista. Y la otra, la tía Gloria, yo creo que fue justo en el 44 cuando emigró para Estados Unidos y se quedó, hizo su vida, se casó y todo. Ella tenía el trauma, ella no regresaba, porque para ella El Salvador era un recuerdo de su hermano muerto. La historia del tío Herbert era parte de la historia de la familia.