Poemas en homenaje a Alejandra Pizarnik

y cuando es de noche, siempre,

una tribu de palabras mutiladas

busca asilo en mi garganta,

para que no canten ellos,

los funestos, los dueños del silencio.

Alejandra Pizarnik.

La noche de los cuerpos

Yo ocultos clavos

para escarnecer a mis sueños enfermos.

Afuera hay sol.

Yo me visto de cenizas,

AP.

Yo me he visto de cenizas

desmigajada, impalpable

completamente seca y gris.

Yo me he visto de cenizas

los ojos duros y vidriosos

volviéndose polvo, barro seco.

Me he visto amasarme en tierra y piedra

excavar hacia la luz hasta incorporarme

levantarme del suelo en la noche oscura

sentir una vez más el frío y el pavor.

Me he visto echar pasos tambaleantes

recuperar de a poco vigor y fuerza

andar por el camino

hasta llegar a tu puerta,

y acá estoy,

mujer de carne y nervios,

para decirte

que no me mataste,

que esta vez tampoco me muero

que este goteo ha de tardar

unas cuantas horas más por lo menos.

Tarea poética

Humedece mi juventud frente 

a tus besos que otra deglute

(…) mi sien la tapa de un pozo inmundo

AP.

Evito

mojar la pluma

en el tintero de las arterias,

mi modo,

en noches de calor como ésta

transpiro el poema

de los pliegues de mis codos

y mis rodillas,

lo exprimo de la quemazón de mis ojos

lo escupo tosiendo y 

estrangulándome de asfixia

se me sale de los pezones 

y en la entrepierna

cuando con tus yemas rozas

este cofre rosado

que guarda poemas

y sudor

y orgasmos

y llanto.

Declaración de intentos

A Lauren Mendinueta

háblame de esas palabras 

vestidas de féretros

que habitan mi inocencia

AP.

Dejar de ser joven,

de ser bonita,

de ser amable.

Arrojar la verdad

como quien en serio la sabe.

Dejar de ser quien esboza sonrisas

de muecas y arrugas 

excavadas en la cera.

Hundir una y otra vez

en el pozo

una soga

para pescarme

o ahorcarme

que no sé si es

exactamente lo mismo.

Licuarme

en la embotada nada del consuelo,

encontrar en mis entrañas la chispa

para prenderme fuego al pelo

y prenderle fuego al centro cívico

y a la estación.

Un poema, quizás,

como un tizón ardiendo

como una navaja que se clave

en cada uno de mis deseos.

Acá, sí amor, acá

Para Daniele

Acá si amor acá

Entre las sombras el humo y la danza

Entre las sombras lo negro y yo

AP.

Al costado de mis cicatrices negras en la yugular,

acariciando el alambre de púas de estos años furiosos,

acá, sí amor, acá

donde no puede llegar ni la desesperanza

en la cuna en la que ni siquiera yo ya habito. 

Acá, amor, acá quiero

que estés,

devolviéndole trozos de cuerpo intacto a esta 

sombra de trapos que soy

hoy que no llueve silencio y el cielo

es una condena triste y definitiva

en este juicio en el que soy

testigo, víctima y juez.